Ágata
Propiedades del ágata
El ágata es una piedra fina perteneciente a la familia del cuarzo. Con la fórmula química SiO2, el ágata pertenece al mismo grupo de piedras que el jaspe, el heliotropo o el ónix. Se reconoce por su formación de depósitos sucesivos que le dan diferentes tonos, incluso colores en la misma piedra. El ágata tiene un sistema de cristal trigonal. Transparente a translúcido, tiene un brillo vítreo y una dureza de aproximadamente 6,5 en la escala de Mohs.
Los yacimientos de ágata más notables se encuentran hoy en día en Brasil y Uruguay, alrededor del río Rio Grande do Sul. Canadá es un importante productor de ágata también gracias a sus depósitos en Mont-Lyall, Quebec. Se han encontrado piedras muy hermosas en otras regiones volcánicas del mundo en Islandia, Rusia, China, India, etc.....
Historia de Ágata
Etimológicamente, la palabra ágata, derivada del griego antiguo akhatês, es un término derivado del nombre de un río siciliano: Achates. Allí se descubrió en la antigüedad un abundante yacimiento de esta piedra, que ha seducido al hombre desde la antigüedad.
Todas las civilizaciones refinadas de Europa, Oriente Medio y Asia han usado ágata para una variedad de propósitos. La piedra se utilizó tanto para la fabricación de joyas como para la creación de objetos ornamentales. El ágata se utilizaba a menudo como materia prima para fabricar jarrones, recipientes y otros objetos de culto. Esto se debe al poder esotérico y sobrenatural dado a la piedra. Plinio el Viejo, mencionando el ágata pírrica, la describe con un dibujo natural que representa al dios Apolo y a las musas. Para los celtas, el ágata se atribuye a una gran diosa de su panteón: Ceridwen, diosa del nacimiento y la muerte.
El uso moderno de la ágata la convierte en una piedra muy útil para la fabricación de joyas, adornos ornamentales y objetos de arte. La alta resistencia de la piedra a la abrasión la convierte en una materia prima para la industria química y para la fabricación de determinados morteros y cerámicas.
Los beneficios del ágata
Desde los albores de los tiempos, el hombre ha atribuido a las virtudes ágatas que pueden actuar sobre la naturaleza. Creíamos en el poder del ágata, que fomentaba el crecimiento de las plantas y aseguraba buenas cosechas. Algunas personas creían que el ágata repelía las tormentas. Para otros, como algunas tribus africanas, fue la piedra de la lluvia la que garantizó un año de generosas cosechas de agua y cosechas.
Los usos terapéuticos del ágata son numerosos, algunas personas lo ven como un buen remedio contra insectos venenosos y mordeduras de animales. Por su fama de piedra protectora, se le atribuyen ciertas virtudes contra el dolor, pero también beneficios contra los problemas respiratorios y contra los trastornos de la circulación sanguínea. El ágata también sería una buena manera de tratar los problemas de la piel y un buen estimulante para tratar los problemas sexuales.
A nivel espiritual, el ágata actúa como una piedra de equilibrio entre el cuerpo y la mente, eliminando los bloqueos energéticos. Asegura la armonía entre lo físico y lo emocional, estabiliza el aura y calma la agitación y el tormento. Las propiedades calmantes del ágata lo convierten en una buena piedra para aquellos que practican la meditación. Favorece la clarividencia, es una piedra de contemplación pacífica y de asimilación armoniosa de las experiencias del ser. Alivia las tensiones internas y físicas y ayuda a superar el trauma y a curar las heridas emocionales y sentimentales. La litoterapia recomienda el uso del ágata para armonizar las energías en los espacios vitales y profesionales. Piedra de la suerte y de la calma, se recomienda colocarla en una habitación de convalecencia para asegurar una recuperación óptima del cuerpo y de la moral.
Para purificar el ágata, debe ser sumergida en agua desmineralizada y expuesta a la luz del sol naciente para recargarla.